Natalia Málaga clasificó el vóleibol al Mundial. Su
estilo de dirigir genera polémica, pero asegura tener una gran relación
con sus jugadoras. Le responde a Cecilia Tait, quien dijo que no dejaría
que ella entrenara a su hija.
En un país donde a veces se mira para el costado o se habla a media voz, como denunciaba Manuel González Prada, ella mira de frente y habla fuerte. Natalia Málaga,
dirigiendo a la selección juvenil de vóleibol femenina, clasificó a
Perú a un mundial de menores después de largos 18 años de ausencia.Nuestros colores estarán en la élite del deporte de la net alta en República Checa, donde se jugará la Copa del Mundo el próximo año. Pese a perder la final del sudamericano ante Brasil por 3-1, hay motivos para celebrar porque no es un dato menor si tomamos en cuenta que nuestra última participación mundialista en esta categoría –por derecho propio ganado en la cancha ya que en el 2001 el Mundial se disputó en nuestro país– data de 1994.
Pero su estilo de dirigir al sexteto nacional genera polémica. Incluso la hoy congresista Cecilia Tait, su ex compañera en aquel equipo mágico que debió ganar el oro y consiguió la medalla de plata en Seúl 88 y también un subtítulo mundial, salió a cuestionarla. “No creo que denigrar a una persona frente a miles de personas sea lo más adecuado. Le hemos dicho pero ese es su estilo y no va a cambiar. Yo no dejaría que mi hija sea entrenada por ella. A mí no me enseñaron así, a ella tampoco, pero de repente los tiempos cambiaron y cree que es lo mejor”, dijo la ‘Zurda de oro’.
Natalia, aún con los ecos de los festejos y la voz ronca, como no mira para otro lado le respondió a la parlamentaria. “La respeto como siempre, pero cada uno tiene la manera de ver las cosas. Yo no quiero entrar en polémicas con ella. Es mi forma de ser. Ahora ella está mucho más sensible. A ella nunca le gustó escuchar lisuras. Las escucha ahora y es por eso que no le parece”, sostuvo de entrada en declaraciones para “Abre los ojos” y luego recordó cómo trabajaban en su época de jugadora con el coreano Man Bok Park de entrenador.
“Sí nos enseñaron de otra manera. A veces uno dice que ‘la vaca se olvidó cuando fue ternera’. Man Bok Park no hablaba nuestro idioma, pero sí nos humillaba y nos decía cosas que nos hacían sentir mal. Lo que pasa es que Cecilia siempre fue fresca y se molestaba. ‘Mambo’ le gritaba y ella no iba a entrenar. ‘Mambo’ le rogaba para que regrese. Hay unas que se rebelaban y otras no. Yo era de las que no se rebelaban.
Mejor dejo las cosas ahí”, sostuvo categórica y disparó una ‘bala’ más con puntería de francotirador. “A mí no me han tirado manguerazos en las piernas para correr detrás de una pelota. Yo corría nomás. A otras había que empujarlas. Aprendió, ganamos y ahora nos representa”.
Preguntada si algún directivo de la Federación Peruana de Vóleibol le pidió moderar su lenguaje, opinó: “Sigo con mi trabajo. Como dijo el profesor Markarián: ‘tengo una espalda de este tamaño –abrió ambas manos–. Recibo palo y he llorado tanto para conseguir lo que hemos conseguido. Yo en la cancha soy así.
Trato de controlarme, pero es imposible. No voy a ir a un restaurante y voy a putear al mozo. Nadie me ha dicho nada, esto se genera en la calle, lo genera la gente. Si digo lisuras o no, si soy mala o no, si las chicas son tontas o no. Los que ven por televisión no sienten lo que uno cuando está ahí. Estas chicas son para mí como mis hijas. Déjennos vivir. Una selección es un ejército: tienes que levantarte temprano y hacerle caso a tu entrenador. Tiene que haber disciplina, de lo contrario no caminas”, sentenció.dlr
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